Textos de LIPIETZ y COCCO
El Fordismo cae en crisis en la
década de los 70, para ello se promueven básicamente dos salidas: por una parte
la flexibilización de los contratos salariales y por otra el desarrollo de relaciones
horizontales, es decir, la implicancia negociada. Bajo esta perspectiva la
fábrica deja de ser el eje central de producción y se da paso al surgimiento de
una fuerza productiva diversa. Hay un cambio en el sistema social a partir de
la base laboral.
El posfordismo analizado desde
una gran división geográfica: Asia, Europa y América (con sus respectivos
centros: Japón, Alemania y Estados Unidos), se divide entre flexibilización e
implicancia negociada. Alemania y Japón obtienen mejores resultados al tomar la
implicancia negociada como alternativa, a diferencia de Estados Unidos que se
apoya en la flexibilización de los contratos salariales. Es así como esta
potencia norteamericana comienza a debilitarse en la época posfordista.
En el posfordismo se intenta
promover un modelo sostenible de producción y desarrollo, permitiendo así la
acción y presencia de pequeños productores, pequeñas empresas (como abastecedores
del mercado), se manifiesta un aparente desarrollo social basado en el
reconocimiento del sujeto colectivo y la humanización de la clase trabajadora
(el trabajador como persona y no como robot).
A pesar de que los modelos
alternativos que los países industrializados han tomado para superar la crisis
del fordismo consideren diversos factores, como la innovación tecnológica, no
consideran del todo el factor social, específicamente en la figura del
trabajador. Además cierran permanentemente las posibilidades de desarrollo de
los países no industrializados.
Se puede afirmar entonces que no
se ha optado, ni desarrollado, un modelo
que sea del todo benéfico para la sociedad, al ser el capitalismo el
sistema dominante en todos los modelos. Del Fordismo al Posfordismo hay un cambio que significa
inevitablemente el paso de lo rígido a lo flexible. Esta nueva flexibilidad del
posfordismo no implica exclusivamente ventajas, se asocia a él la incertidumbre
y el debilitamiento de la proyección de la sociedad.
La peor cara de las relaciones laborales posfordistas se puede
apreciar en el carácter quebradizo e incierto de la vida laboral, lo que se
traduce en la escaza posibilidad de elaborar un proyecto de vida. Se pierde el
horizonte en términos de buscar un modelo basado en la protección social.
El posfordismo es un estado de
riesgo que ha impuesto unas nuevas reglas de juego, donde nuestra fuerza de
trabajo en la organización de la producción está definiendo nuestras vidas. Es
un cambio en las estructuras donde pareciera ser que la premisa fundamental
para enfrentarlo es la adaptación.
(Observación: Julio Rubilar)